El acelerado estilo de vida que tienen las personas no permite alimentarse de forma saludable. Cada vez se hace regular el comprar comida sin pensar si fue preparada durante el día o si es recalentada.
Comer al día quedó atrás. Según Antonio Escribano, especialista en endocrinología y nutrición, desde hace tiempo se viene observando que comer caliente ha quedado reservado para días concretos con la excusa de la prisa y poco tiempo. Sopas, consomé e inclusive guisos tradicionales son relegados a un segundo plano porque requieren de cierta preparación gastronómica.
¿Dónde está el problema? La farmacéutica nutricionista Elisa Escorihuela indicó que el problema no está en comer comida caliente o fría, sino más bien el problema surge en que "las prisas" hacen caer en una alimentación monótona y esto lleva a una falta de nutrientes.
Comida caliente facilita la digestión. Sin embargo, Escribano explicó que la principal diferencia entre comer frío y caliente, está en que la segunda facilita la digestión. Según el nutricionista, "el estómago está, como todo el interior del organismo, a 37° de temperatura y por contacto la comida se calienta al entrar en el interior. Esto requiere un cierto tiempo y de alguna manera retarda el vaciamiento del estómago hacia el intestino delgado. De esta forma, al comer frío el estómago debe destinar un tiempo a "calentar" estos alimentos, lo que supone "tener una digestión más lenta, cosa que no ocurre cuando ingerimos alimentos que ya están calientes", acotó.
Es mejor alternar. Aunque no existe evidencia científica de que si se debe comer frío o caliente, Escribano recomendó alternar en cada comida alimentos preparados de forma fría y de forma caliente, y es que "lo importante son los alimentos que ingerimos, pero si introducimos en cada comida esa alternancia de temperatura, nuestro aparato digestivo lo agradecerá", manifestó.
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