En invierno, las personas suelen consumir muchas más calorías de las necesarias, se hidratan menos y disminuyen la actividad física. Otra particularidad de esta época del año es que pocas personas se libran de los clásicos resfríos. En este sentido, es fundamental tener una alimentación que aporte no sólo las calorías necesarias, sino también las vitaminas y minerales que el cuerpo requiere para mantenerse saludable.
Cecilia Soliz, nutricionista de Nestlé Bolivia, recomienda aprovechar las verduras de invierno, como las acelgas, arvejas, coles y remolachas, por sus propiedades útiles ante dolencias como la gripe, los resfríos y la tos. Asimismo, hortalizas aliáceas como la cebolla o el ajo favorecen la expulsión de la mucosidad, aliviando padecimientos de las vías respiratorias como la sinusitis, bronquitis o neumonía.
Además, Cecilia recomienda aprovechar las frutas de la temporada como el kiwi, limón, mandarina, naranja, pomelo o frutas tropicales como la papaya, chirimoya y piña, muy ricas en antioxidantes como la vitamina C y el beta-caroteno o provitamina A, que favorecen el buen funcionamiento del sistema inmunitario.
Por otra parte, la nutricionista recomienda comer la fruta cruda y no excederse en el pelado, ya que justo debajo de la piel se concentra la mayor cantidad de vitaminas.
La vitamina C es muy inestable ante el calor, la luz solar, la exposición al aire y la humedad. Por lo tanto, si preparamos un sumo o una ensalada, ya sea de frutas o verduras, lo ideal es ingerir estos alimentos lo más pronto posible. Se estima que en sólo doce minutos se pierde totalmente en contenido de vitamina C.
En cuanto a los cereales, la clave está en escoger aquellos que más fibra contienen, es decir los cereales integrales y granos enteros, ya que gracias a su aporte de fibra este tipo de alimentos brindan más saciedad al organismo y aportan con vitaminas.
La nutricionista resalta además la importancia de seguir una alimentación equilibrada de cinco comidas al día, es decir desayuno, almuerzo, cena y meriendas a media mañana y media tarde. Esto nos permite tener mayor control sobre lo consumido, evitar atracones de hambre o bajones del nivel de azúcar en la sangre que nos hacen sentir la necesidad de consumir carbohidratos excesivamente.
Las tres comidas principales deben ser completas, es decir, deben estar compuestas por tres grupos de alimentos según las siguientes proporciones: los energéticos (panes, cereales, arroz) deberían ocupar un cuarto de plato, los reguladores (frutas y/o verduras) medio plato y los constructores (carnes, lácteos, lentejas), el cuarto de plato restante. De esta manera nuestro cuerpo obtendrá la energía a través de los energéticos; agua, vitaminas y fibra a través de los reguladores y proteínas a través de los constructores.
Otro factor importante que se suele descuidar en invierno es la frecuencia de consumo de agua. Para mantenernos saludables e hidratados necesitamos tomar alrededor de dos litros de agua y este consumo debe ser constante sin esperar sentir sed para tomarla. Alrededor del 80% del agua que necesita el cuerpo la obtiene a partir de los líquidos consumidos y 20% a partir de los alimentos. Por lo tanto, hidratarnos entre las comidas es muy importante. Una pérdida del 3% del peso corporal en agua trae como consecuencia menor concentración, menor memoria y una baja notable en el rendimiento no sólo físico, sino también intelectual.
Por último, además de lograr una alimentación equilibrada, sugerimos mantener o incrementar el ejercicio físico durante el invierno para que el cuerpo esté fuerte, en forma y con las defensas altas para enfrentar esta estación del año, afirmó la especialista.
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