Los trastornos alimenticios prevalecen sobre todo entre las chicas adolescentes y las jóvenes adultas, si bien del 5 al 10% de los casos también se da en chicos. Las víctimas se sienten normalmente impotentes en relación con sus vidas, sufren de baja autoestima y tienen una mala imagen de su cuerpo. Usan la comida - ya sea restringiendo el consumo hasta el punto de pasar hambre, o con exceso de comida hasta el punto de convertirse en obesos -, como forma de ganar control sobre algunos aspectos de sus vidas.
Algunas formas comunes de trastorno alimentario son: la Anorexia Nerviosa que es la condición en la que las personas restringen la ingesta de comida, en ocasiones a valores tan bajos como las 300 calorías por día; la Bulimia Nerviosa, caracterizada por periodos de indulgencia durante los cuales se ingieren grandes cantidades de comida, para después vomitar o usar laxantes para eliminar el bolo alimentício del cuerpo; el Trastorno de Compulsión Alimentaria, que es el exceso compulsivo de alimentación que ocurre cuando las personas comen en abundáncia, pero no purgan la comida y ganan peso en exceso y la Ortorexia, que es la obsesión enfermiza por la alimentación sana, lo que en exceso y no regulada puede ser perjudicial. Cualquiera de estos trastornos alimenticios tiene consecuencias nutricionales muy graves y un fuerte impacto en la salud de los individuos.
Nutrición para trastornos alimenticios
Los siguientes alimentos pueden ayudar en la recuperación de un trastorno alimenticio:
● Alimentos integrales conceden nutrientes que revitalizan el cuerpo. El pan de centeno integral, el arroz integral, la fruta y las verduras frescas y las carnes magras darán a los cuerpos desgastados, un aumento de energía. Las comidas procesadas ofrecen azúcar, sirope (jarabe) de maíz con alto contenido de fructosa, grasa, cereales refinados y muy pocos nutrientes;
● Calcio presente en productos lácteos desnatados y en vegetales con hojas ayudan a fortalecer los huesos y los dientes. Las dietas excesivas roban calcio a los huesos, volviéndolos frágiles. Los jóvenes que sufren un trastorno alimenticio tienen una masa ósea semejante a la de mujeres ancianas.
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