Clarísimo, somos lo que comemos
La clave de la salud en la vejez se esconde en lo que comemos
La alimentación juega un papel muy importante para prevenir los riesgos asociados al envejecimiento. Elena Alonso, vicedecana de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo, apunta que las personas mayores son población de riesgo nutricional.
Es en la vejez, cuando las enfermedades crónico degenerativas son más frecuentes al tiempo que las personas comen menos. Otras consecuencias de la vejez son el aumento de la sensación de sed, el temor a beber a partir de determinadas horas y el riesgo de deshidratación.
Con la edad se produce un aumento de la grasa y la pérdida de téjidos, sobre todo en los músculos pegados al esqueleto. También, los procesos de digestión y absorción de alimentos en el estómago son mucho más lentos y, por otro lado, se produce la pérdida del sentido del gusto y del olfato que hacen que el comer deje de causar placer.
Todo esto además va acompañado del abandono progresivo de la actividad física, lo que supone la reducción de la ingesta de alimentos con una potente carga energética.
En consecuencia, el organismo ve como el deterioro natural de la edad se ve avanzado por una falta de cuidado. Estar pendiente de la alimentación no se debe convertir en una obsesión, pero sí darle la importancia que tiene. Porque como, comunmente se dice, somos lo que comemos.
Dieta.
Adultos mayores
No hay una dieta universal, pero sí necesidades comunes entre mayores.
Es necesario conocer las necesidades de energía y nutrien- tes que necesitan los más mayores. Aunque, tal y como señala la doctora Elena Alonso, existe un déficit de información en las cifras relacionadas con los mayores de 70 años; puesto que se basan en estimaciones hechas a partir de datos de personas adultos jóvenes.
Una dieta saludable para mayores implica que: las proteínas aporten entre el 10 y el 15 por ciento de calorías, los lípidos como mucho el 35 por ciento , los hidratos de carbono al menos entre el 50 y 60 por ciento de calorías restantes. En el caso de que se dé el consumo de alcohol no puede ser mayor del 10 por ciento de calorías totales.
Estas cifras se han de aplicar sin olvidar que cada franja de edad tiene sus propias necesidades nutricionales y que, por otra parte, la energía que un cuerpo necesita es menor cuanto mayor sea la persona.
Docentes de la Universidad Complutense señalan que para una mejor alimentación en edades avanzadas se pueden seguir las siguientes pautas: comer en compañía, consumiendo alimentos de todos los grupos y con una alta cantidad de nutrientes.
Repartir los alimentos entre
3 y 5 comidas al día. Se recomienda hacer ejercicio de forma diaria, vigilando los líquidos que se ingieren así como la fibra. Cuidar el consumo de alcohol sino eliminarlo, al igual que el tabaco. En última instancia,
y como recurso, se pueden incluir suplementos vitamínicos.
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