Para gustos, colores. Eso asegura el dicho popular y razón no le falta. Cada personalidad y etapa de la vida se inclina por un color a la hora de vestir o de elegir sus complementos. Incluso de decorar su entorno; pintar sus paredes y escoger sus muebles.
De pequeños, preferimos colores chillones porque nos gusta la diversión y vibramos con la vida. De adultos, salvo personalidades más vitalistas, nos inclinamos por tonos más discretos, apagados, sobrios. En definitiva, el color refleja nuestro mundo y por eso lo tomamos como algo propio, inseparable de nuestra forma de mostrarnos en público.
El verde – el color que nos ocupa- suele asociarse a estados de relajación, al descanso, a la vida sana y a lo natural. La clave podría encontrarse en su identificación con la naturaleza. ¿Podríamos decir que lo bueno ‘si es verde’, es dos veces bueno? ¡Sin duda! Por este motivo, queremos recomendar que nunca falte este color en tu mesa y que, cuando esté presente, predomine sobre el rojo de las carnes magras o los naranjas de rebozados y precocinados.
Esta es nuestra cesta verde de la compra para una alimentación, sana, sabrosa y sencilla:
Brócoli: un superalimento total. Si te fijas está presente en la dieta japonesa, donde la longevidad está dando lugar a numerosos estudios sobre estilo de vida y nutrición. La primera de sus bondades son sus propiedades anticancerígenas, halladas en el sulfarano, un compuesto que inhibe la actividad de las encimas responsables del desarrollo de algunos tumores. La segunda, sus cualidades cardiovasculares, ya que es rico en potasio. Además, alberga todo el conjunto de vitaminas y minerales responsables de una buena salud. No engorda, resulta un buen hidratante por su alto contenido en agua y para terminar, -aunque podría seguir-, tiene propiedades afrodisíacas.
Aguacate: es otro superhéroe, algo denostado y eliminado de algunas dietas por su contenido graso. Ahora bien, no nos olvidemos que contiene una grasa natural que produce colesterol del bueno y elimina el malo que se deposita en nuestras arterias. Se le considera un alimento ‘quema grasas’, porque consume más grasa en su digestión que la que aporta nutricionalmente. Recomendado durante el embarazo por su aportación de ácido fólico, es esencial durante la gestación para prevenir malformaciones. Y, por último e importante para la higiene personal, es un alimento óptimo para la hidratación de nuestro pelo.
Kiwi: con él llega la fibra y el fin del estreñimiento. Si no te gusta su textura puedes tomarlo en batido, mezclado con otras frutas, aporta la vitamina c necesaria para combatir esos resfriados de otoño e invierno. Refuerza tu sistema inmunitario y también protege tu vista. Además, su alto contenido en magnesio tiene propiedades relajantes y te echará una mano con tanto estrés. Durante la menopausia te ayuda a regular tus niveles de estrógenos.
Espinacas: son un alimento de lo más completo. Se cree que vienen de Persia, de donde yo nací. Lo cierto es que se puede comprar todo el año y lo tiene todo; fibra, proteína, agua, calcio, hierro, magnesio y todos los elementos esenciales. Fortalece nuestro sistema inmunitario y nuestra capacidad reproductiva.
Té verde: está muy de moda, y no de forma casual. Hidrata, relaja y destaca por sus propiedades antioxidantes. Es vasodilatador y refuerza nuestro sistema óseo. Por lo tanto, recomendado para la artrosis y en edades avanzadas.
Dejamos sin comentar la manzana, el apio y otras muchas y muy ricas. Aunque por hoy ya tienes tarea para hacer la próxima compra.
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