El envejecimiento es un proceso inherente a la vida humana, pero de nosotros depende que sea lo más saludable posible.
Para ello, debemos manejar el concepto de fragilidad (“frailty”), que aborda el deterioro y la vulnerabilidad de la población, un nuevo desafío al que se enfrentan las sociedades modernas porque limita al individuo a hacer frente a las demandas del día a día.
Así define este concepto el español Antonio Moreno y Villena, coordinador nacional I+D+I y Medicina del Trabajo de Premap (España), quien propone identificar los factores de riesgo para llevar a cabo acciones preventivas y promoción de la salud.
Para que un individuo sea considerado “frágil”, deben darse al menos tres de los siguientes indicadores de pronóstico: Pérdida de peso involuntaria, sin variar dietas. Autoinforme de agotamiento. Pérdida de fuerza muscular, que implica un mayor riesgo de caída y daño; además de la aparición de sarcopenia (pérdida degenerativa de masa muscular). Actividad física reducida y disminución de la velocidad para caminar.
El paso del tiempo
El envejecimiento es un proceso oxidativo: las células y tejidos del organismo se deterioran debido al consumo de oxígeno, un elemento químico del que, paradójicamente, nuestras células no pueden prescindir.
“Se trata de una evolución lógica, es la consecuencia de seguir viviendo porque sólo envejece y muere el que nace”, afirma Moreno y Villena.
Recientemente se ha descubierto que los telómeros, que son las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas, podrían estar implicados en los procesos de envejecimiento y cáncer porque se van acortando poco a poco tras cada división celular. Los retos de la investigación se centran ahora en el estudio de estrategias que puedan alargar estos revestimientos.
PREVENCIÓN DE LA FRAGILIDAD
Si se previenen los factores de riesgo que afectan al síndrome de la fragilidad, la persona envejecerá con menos daños y, por consiguiente, con una mejor calidad de vida.
El doctor Antonio Moreno y Villena establece la siguiente clasificación de patologías que influyen negativamente en el síndrome de fragilidad:
Los trastornos músculo-esqueléticos y locomotores, como los dolores musculares, la artrosis, la artritis, el codo de tenis, etc.
Las afecciones cardiovasculares, donde el primer factor que produce deterioro es la aterosclerosis (evolución progresiva de los depósitos de grasa en las arterias) y lo que ello conlleva: sobrecarga del sistema cardíaco, isquemia coronaria, angina de pecho, infarto, insuficiencia cardíaca, etc. También los accidentes cerebrovasculares, como el ictus o la embolia cerebral.
Las enfermedades respiratorias, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el asma, la bronquiolitis, etc.
Las enfermedades metabólicas, especialmente la diabetes y la hipercolesterolemia.
La malnutrición en personas mayores, que produce sobrepeso y obesidad.
El sedentarismo y la falta de ejercicio físico.
El deterioro cognitivo, que se da en personas con alzhéimer o demencia senil.
El deterioro anímico, producido principalmente por la depresión
“No hay que esperar a que haya un daño, hay que evitarlo años antes para hacer frente a la vulnerabilidad asociada al envejecimiento”, sostiene Antonio Moreno y Villena.
El experto define varios grupos de población trabajadora según la necesidad de actuar sobre ellos con distintos grados de prevención:
Hasta los 45 años existe un riesgo remoto, por lo que solo se debe prevenir la fragilidad si existen parámetros de riesgo.
Entre los 45 y 55 años es conveniente realizar una prevención del riesgo cercano.
Entre los 55 y 67 años se recomienda hacer una prevención mixta: primaria y, en ocasiones, secundaria.
A partir de los 67 años hay un riesgo más alto de lesiones permanentes y por eso se aconseja una prevención integral en todos los niveles según los hallazgos fisiológicos y fisiopatológicos.
ALIMENTACIÓN PARA UN ENVEJECIMIENTO SALUDABLE
“Se ha demostrado que la nutrición juega un papel muy importante en el envejecimiento activo y saludable. Lógicamente no es el único factor que interviene, por ejemplo tenemos el estilo de vida y la actividad deportiva que condicionan el retraso del envejecimiento y aumentan la esperanza y calidad de vida. Sin embargo, si nos centramos en la nutrición que debemos llevar a cabo (a pesar de las diferencias individuales de cada uno de nosotros), generalizando podríamos llegar a patrones comunes que nos benefician o perjudican a todos”, explica a Más Salud la médico nutrióloga, Verónica Ayala.
La experta afirma que los adultos mayores necesitan los mismos nutrientes (proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales) que los jóvenes, pero en cantidades diferentes. Además, para los adultos mayores la fibra es esencial para mejorar la digestión y evitar el estreñimiento. “Conforme envejecemos, requerimos menos energía (calorías) que cuando somos jóvenes. Esto se debe a que los procesos naturales del organismo requieren menor energía cuando disminuye la actividad física y hay una menor masa muscular”, añade.
CUIDAR LA NUTRICIÓN EN LA JUVENTUD
La alimentación saludable es una pieza fundamental para asegurar una vejez activa y libre de enfermedades; es en esta etapa, que la vida suele pasarnos “factura” de todos nuestros hábitos de la juventud.
“Cuando somos jóvenes solemos cometer ‘excesos’ o por el contrario, ‘insuficiencias’ en cuanto a nutrientes se refiere, he aquí la importancia de adoptar una alimentación saludable y equilibrada”, enfatiza la especialista.
Dentro los nutrientes que ayudan a retrasar el envejecimiento, Ayala señala los siguientes:
• Antioxidantes: son sustancias presentes en algunos alimentos que nos protegen de los efectos de los radicales libres (causantes de nuestro envejecimiento y de muchas enfermedades) al neutralizarlos. Los antioxidantes pues, van a enlentecer el proceso fisiológico del envejecimiento así como van a prevenir algunas enfermedades entre las que se encuentra el cáncer.
• Vitamina C: se encuentra en frutas y verduras frescas y crudas como los cítricos (naranja, mandarina, limón, pomelo), la frutilla y el kiwi entre las más representativas.
• Vitamina E: abundante en cereales integrales, vegetales de hoja verde, germen de trigo, aceite de oliva y frutos secos (nueces, almendras, maní, etc.)
• Vitamina A: se halla en las verduras y frutas de colores naranja y amarillos como el zapallo, el melón, zanahoria y lácteos y derivados y yema de huevo, por mencionar algunos.
• Selenio: presente en carnes, pescados, huevos.
• Zinc: abundante en carnes y legumbres.
• Flavonoides: se encuentran en las verduras de hoja verde, frutas rojas y moradas.
• Isoflavonas: tan conocidas por sus efectos estrogénicos (usadas para disminuir la sintomatología de la menopausia). Las podemos encontrar en la soya.
• Proteínas: su consumo adecuado (sin llegar a excesos) es fundamental para la regeneración de tejidos y sobre todo de masa muscular, la cual va perdiéndose a lo largo de los años.
Se aconseja aumentar el consumo de carne blanca (pescado fresco por lo menos una vez por semana) y dejar la carne roja para los fines de semana.
• Té verde: Su consumo ha demostrado disminuir considerablemente el efecto nocivo de los radicales libres.
• Calcio: Es uno de los minerales claves de consumo durante la juventud, por excelencia. Sus niveles óptimos aseguran una densidad ósea adecuada y disminuyen la probabilidad de padecer de osteoporosis durante la vejez. Se encuentra principalmente en los productos lácteos, frutos secos, sardinas y en menor proporción en legumbres (lenteja, porotos, tarhui, haba, arveja y garbanzos por mencionar algunos) y vegetales de hojas verdes oscuras (espinaca, acelga, brócoli).
La absorción del calcio se ve favorecida con la actividad física, con la Vitamina D y con la incorporación de azúcar ingiriendo calcio dentro de la leche.
A su vez, la absorción del calcio se ve dificultada ante consumos de café, alcohol, falta de Vitamina D, falta de ácido clorhídrico en el estómago, falta de ejercicio y estrés.
CUIDADO CON LOS EXCESOS
“No creo que existan alimentos malos, sino mal consumidos; el exceso de algunos grupos alimentarios, pueden perjudicar nuestra salud a lo largo de los años y evidentemente, si lo que queremos es llegar a una vejez saludable, lo mejor que podemos hacer es disminuir su consumo”, afirma la médico nutrióloga y menciona que se debe tener cuidado con:
• Grasas saturadas:
Son las grasas de origen animal que son responsables de la elevación del colesterol total o la fracción LDL: piel de pollo, mantequilla, frituras de cualquier tipo, manteca, crema de leche, carne de cordero, vísceras y menudencias y el muy utilizado “hueso blanco”.
• Alimentos procesados:
En donde existen una gran variedad y cantidad de químicos (conservantes, colorantes, etc.) que pueden resultar nocivos a la salud y que en general son altos en sodio: embutidos, enlatados, sopas instantáneas, etc.
• Sazonadores y resaltadores de sabor:
Todos con un factor común: el glutamato monosódico, sustancia considerada CANCERÍGENA y vinculada estrechamente con el sobrepeso.
• Gaseosas y refrescos de cola:
Se ha hablado mucho del tema pero son pocas las personas que las han sacado de su consumo habitual. Son productos altos en sodio, azúcar simple y ácido fosfórico sobre todo (éste último relacionado con la pérdida del esmalte dentario y menor densidad ósea)
• Exceso de sodio y azúcar:
La vida está llena de dicotomías y esta es una en la que el exceso de ambos, puede perjudicar nuestra salud, derivando en enfermedades como el sobrepeso, obesidad, diabetes e hipertensión arterial.
La experta finaliza puntualizando que es fundamental llevar una dieta balanceada, que le aporte al cuerpo todos los nutrientes que necesita para funcionar y desarrollarse sanamente, como: frutas, vegetales, granos integrales, lácteos y alimentos del grupo de la carne o leguminosas.
“Una dieta saludable también debe estar acompañada por una rutina de ejercicios. La recomendación es hacer al menos 30 minutos diarios de alguna actividad física. Y no hace falta tomar sesiones largas en el gimnasio, caminar por el barrio, ocuparse del jardín y subir las escaleras en el trabajo en vez de tomar el ascensor, son buenos ejemplos de cómo ponerte en movimiento, pasarla bien y envejecer de una manera más saludable”, resumen Ayala.
LAS HUELLAS EN LA PIEL
La médica esteticista del Centro de Medicina Estética CM, Claudia Medina, explica a Más Salud que para que la piel envejezca “bien”, hay varios consejos que se deben tomar en cuenta.
Envejecer es un proceso natural, esperable, inevitable y por supuesto, irreversible. La idea es envejecer en las mejores condiciones y es aquí, cuando se puede comenzar a hablar de medicina antiaging con tratamientos para mejorar la calidad de vida del paciente, mejorar su rendimiento físico, su rendimiento intelectual y sexual, además.
Es decir, explica Medina, llegar de la manera más saludable alargando la vida útil de trabajo, la vida útil social y la vida útil de pareja.
La Medicina antiaging o Antienvejecimiento va dirigida a personas interesadas en mejorar su actividad física, mental y sexual. Que necesiten mantener y mejorar sus facultades físicas e intelectuales. Como también aquellas personas con patologías crónicas que crean un estrés celular llevando así a un envejecimiento prematuro.
Se determina la edad biológica, que es la edad de las células de su cuerpo, mediante diferentes estudios de diagnóstico, los cuales, si coinciden con la edad cronológica (años), es probable que no aparezcan enfermedades, ya que existe un equilibrio orgánico.
Si la edad biológica está aumentada en comparación con la edad cronológica hay un envejecimiento celular acelerado.
Los tratamientos antiaging abarcan medidas como modificar pautas alimenticias que no sean saludables, incrementar actividad física adecuada, regulando algún desbalance hormonal y evitar medidas pro envejecimiento.
Entre ellas tenemos la ozonoterapia, la terapia de quelación y la terapia de reemplazo hormonal con hormonas bioidénticas, es decir naturales, no sintéticas, etc. Todas ellas buscando un objetivo común en mejorar y equilibrar nuestras células, explica Medina, quien también menciona suplementos y terapias de relajación para tener un envejecimiento saludable que además se exprese en la apariencia de la piel.
LA ESPECIALISTA
La Dra. Verónica Ayala es médico nutrióloga. Tienes dos posgrados, uno en Obesidad y Nutrición y otro en Obesidad y Síndrome Metabólico en la Infancia y la Adolescencia. Es especialista en Cocina Dietética y Miembro de la Sociedad Argentina de Medicina Estética. También es médico en la Unidad de Prevención de Sobrepeso y Obesidad Infantil del Centro Vivir con Diabetes (Cochabamba).
Correo electrónico: dravayalaz.nut@gmail.com- Fan page en Facebook: Dra. Verónica V. Ayala
Claudia Medina es la cabeza del Centro CM Medicina Estética (Cochabamba), un consultorio especializado en tratamientos médico-estéticos, antiaging y láser. En este espacio trabajan con tecnología aprobada por la FDA.
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