Con el ritmo de vida y la rutina que llevamos día a día, no siempre logramos darnos el tiempo necesario para disfrutar de una alimentación balanceada. Sin embargo, es importante respetar los horarios de comida determinados por nuestro reloj biológico y lograr un balance en la cantidad de alimentos que consumimos. A este tipo de nutrición se denomina crononutrición.
La crononutrición propone que la alimentación adecuada necesita considerar no solo los alimentos en sí, sino también el momento y tiempo en que estos se consumen.
Respetar los tiempos de comida con horarios fijos nos puede ayudar a evitar los trastornos del comportamiento alimentario como la sensación de hambre, el comer mayores cantidades de alimentos entre comidas y las adicciones a un alimento en especial.
Por ejemplo, durante la mañana es muy importante ingerir hidratos de carbono que se encuentran en las pastas, cereales, legumbres, entre otros. Estos alimentos aportan energía rápida para tener una mente ágil y despierta. A medio día se recomienda consumir proteínas animales como la carne de res, pollo y pavo que cuentan con aminoácidos esenciales que aumentan las defensas y fortalecen el cuerpo. Y finalmente por la tarde y noche idealmente ingerir lípidos que se encuentra en los pescados o frutos secos. Estos favorecen a la relajación del cuerpo y lo preparan para el sueño.
En la mayoría de los casos, consumimos nuestros alimentos muy rápidamente. Esta falta de tiempo y su consiguiente rapidez al comer nos pueden traer dos situaciones: la primera es que no estemos logrando cubrir los nutrientes que necesitamos para estar saludables, pues no consumimos una alimentación balanceada. La segunda es que perdemos la oportunidad de que el tiempo de la comida sea un momento para compartir con las personas que más queremos.
Por este motivo se recomienda organizar un poco más nuestros tiempos y dedicarle el mayor lapsoposible al momento de la comida, un hábito que se debe practicar con disciplina. Si comemos fuera de casa debemos revisar muy bien el menú y escoger la opción más saludable. Buscar un lugar donde lo importante sea la calidad más que la cantidad, vigilar las raciones que se consumen, preferir la ensalada en vez de la entrada, la fruta como postre y una bebida baja en azúcar o sin azúcar. Además, se aconseja volver a descubrir el gusto de comer en familia y con amigos, ya que los temas alimenticios y afectivos suelen estar íntimamente vinculados.
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