Esta es una de esas noticias, que te hacen pensar en que tu abuelita no estaba tan mal cuando comía natilla con mermelada o arroz bañado en mantequilla.
Tras años de que nos advirtieran que la grasa saturada bloquea las arterias y engordan, ahora está surgiendo cada vez con más evidencia, que algunas de las grasas saturadas podrían ayudarnos a perder peso y son buenas para el corazón.
Hace unos meses, por ejemplo, una revisión sistemática de estudios financiada por la British Heart Foundation titulada -”La asociación de los ácidos grasos ingeridos, circulantes y suplementarios con el riesgo coronario”- causó revuelo.
A pesar de años de advertencias, cuando se pusieron a revisar los estudios los expertos no encontraron evidencia sólida de que la grasa saturada afecta el corazón.
Estudios
Científicos de las universidades de Oxford, Cambridge y Harvard, entre otros, examinaron los vínculos entre consumir grasa saturada y las enfermedades del corazón.
A pesar de que examinaron los resultados de casi 80 estudios que involucraban a más de medio millón de personas, no pudieron encontrar evidencia convincente de que comer ese tipo de grasa aumentaba el riesgo.
De hecho, cuando analizaron las investigaciones sobre la sangre, encontraron que niveles altos de algunas grasas saturadas, particularmente aquellas que están en la leche y los productos lácteos conocidas como ácido margárico, estaban asociadas con un riesgo menor de afecciones cardíacas.
Aunque hubo críticos, el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido describió el informe como “un trabajo impresionantemente detallado y extensivo de investigación que probablemente dará lugar a más estudios”.
Aclarar confusiones
Algunos académicos cuestionaron el informe y otros se preocuparon de que este tipo de investigación iba a confundir a la gente y que el mensaje que iba a trascender es que “está bien comer mucha más grasa saturada, incluso si está en las empanadas”.
Sabemos que los niveles actuales de obesidad han sido alimentados, al menos en parte, por el consumo de cosas como papas fritas y pasteles, que tienen mucha grasa, azúcar y calorías.
Hay quienes temen que el mensaje se torne en que podemos hartarnos de comida basura, lo cual es errado.
Uno de los investigadores del estudio, Kay-Tee Khaw, del departamento de salud pública de la Universidad de Cambridge, dejó claro que su estudio no era una licencia para atiborrarse con comida basura, pero también concedió que la nueva información complicaba las cosas.
“Es complicado en el sentido de que algunos alimentos que tienen un alto contenido de grasa saturada consistentemente parecen reducir el riesgo de enfermedades cardíacas”.
De dónde viene la comida
Hay buena evidencia de que comer un puñado de nueces grasosas varias veces a la semana reduce el riesgo de tener problemas con el corazón, a pesar de que son ricas en grasa saturada, sin embargo, la evidencia sobre los lácteos con toda su grasa es menos sólida.
“Es muy claro que el ganado que come pasto tiene patrones de ácidos grasos muy diferentes al del que es alimentado con maíz”, explicó Kay-Tee Khaw.
“Por eso pienso que la forma en la que el animal fue criado probablemente tiene un gran impacto en su perfil nutricional y, presuntamente, en el resultado en la salud”.
“Es posible que por eso hay tanta evidencia contradictoria, porque depende de dónde viene la comida“, agregó.
La carne de vacas que comen pasto parece ser mejor para la salud que la de las que comen maíz.
En Estados Unidos, la mayoría del ganado es alimentado con maíz y hay evidencia de que índices altos de consumo de carne roja están asociados con índices altos de enfermedades cardíacas. En Europa, donde el ganado come pasto, el vínculo es menos claro.
¿Y la talla?
Pero, así sea cierto que comer ciertos tipos de grasa no es tan malo como se pensaba, seguramente sigue siendo malo porque engorda, ¿no? No necesariamente.
Un informe reciente, titulado “El consumo alto de grasas lácteas relacionadas a menor obesidad central” y publicado en el Scandinavian Journal of Primary Health Care, cuestiona ese vínculo.
En el estudio, los investigadores le hicieron seguimiento a 1.589 suecos durante 12 años.
Encontraron que quienes seguían una dieta baja en grasas (sin mantequilla ni crema y con leche descremada) tenían más probabilidades de engordar alrededor de la barriga (obesidad central) que aquellos que comían mantequilla, leche entera y crema.
Una razón podría ser que la grasa tiene una gran capacidad de saciar, por lo que cuando la gente la elimina de su dieta, consciente o inconscientemente remplaza las calorías con otra cosa, a menudo con carbohidratos refinados como pan blanco o pasta.
En EEUU
Otro caso para resaltar es el fracaso de una iniciativa del Instituto Nacional de la Salud de EE.UU. En su estudio, 48.835 mujeres posmenopáusicas recibieron aleatoriamente instrucciones de seguir una dieta baja en grasa o ser parte del grupo de control.
Fue el experimento aleatorio más grande a largo plazo de una intervención dietética hecho jamás y durante un período de 8 años las mujeres rebajaron en un 8% el consumo de grasas.
Desafortunadamente, cuando se les comparó con el grupo de control, eso no hizo casi ninguna diferencia en su peso y ninguna en términos del riesgo de sufrir un ataque al corazón o un derrame. En contraste, hubo otro estudio, publicado el año pasado en el New England Journal of Medicine, en el que a 7.500 hombres y mujeres les asignaron aleatoriamente ya sea una dieta baja en grasa o una mediterránea, con un contenido de grasa mucho más alto. Al grupo que comía más grasa le fue mejor.
En la dieta mediterránea, además de frutas, vegetales, carne y pescado, a los voluntarios los alentaban a comer nueces grasosas, aceite de oliva y tomarse una copa de vino con sus comidas.
No sorprende que la tasa de deserción en ese grupo fue mucho menor que en el del grupo de la dieta baja en grasa (4,9% versus 11,3%). Pero además gozaron de mejores resultados en términos de salud.
QUICKIE
Nada de esto es una licencia para empezar a comer bandejas de cosas fritas ni a tomar crema como si fuera agua, pues así la grasa no perjudique el corazón, no hay ninguna duda de que consumir demasiadas calorías sí.
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