Sabemos que una alimentación saludable pasa por el consumo de cinco raciones diarias de frutas y verduras. Sus vivos colores son más que un elemento para captar nuestra atención, ya que cada uno de ellos es un indicador de algunos de sus beneficios.
Antonio Escribano, médico especialista en endocrinología y nutrición y medicina deportiva, recopila en el libro “Aprende a comer y a controlar tu peso” (Ed. Espasa) las claves para tener una alimentación sana. Entre sus recomendaciones, incluye una guía en la que repasa lo que los vegetales pueden aportar en función de su color.
El hombre come con la vista, “es el sentido que mejor nos sitúa en el entorno”, afirma el facultativo, quien recomienda consumir frutas y verduras crudas siempre y cuando sea posible para que conserven todas sus propiedades.
Blanco
Entre las frutas, el especialista señala el melón, la chirimoya o la pera, y entre las verduras, la coliflor, el champiñón, el ajo o el puerro.
El color blanco en un alimento es señal de alto contenido en fitoquímicos, sustancias que se encuentran en los vegetales cuyo consumo es beneficioso para la salud, como la alicina; también son ricos en potasio.
Un bulbo como la cebolla esconde es su interior un sinfín de propiedades. El especialista apunta que contiene quercetina, un antioxidante que “ayuda a prevenir el cáncer de colón”. Además, su ingesta contribuye a disminuir los niveles de colesterol, la presión arterial y previene la diabetes tipo II.
Naranja o amarillo
La seña de identidad de los vegetales amarillentos o anaranjados es su riqueza en los precursores de la vitamina A, alfacaroteno y betacaroteno, potasio, ácido fólico y xantinas.
Un conjunto de sustancias que influyen positivamente en los procesos de visión. Entre los beneficios en los que son partícipes, Escribano destaca el funcionamiento de la retina, el estado de la piel y las mucosas, la cicatrización de heridas y por último, son un “refuerzo” para el sistema inmunitario.
Entre las frutas amarillas, resalta la piña, por su contenido en bromelina, una sustancia que favorece la digestión de las proteínas. Pero hay muchas opciones a nuestro alcance para sacar partido a estos nutritivos colores como la papaya, el albaricoque, la naranja o el limón. En el caso de las verduras encontramos: la zanahoria, la calabaza o el pimiento amarillo.
Verde
El color por excelencia comúnmente asociado a los vegetales constituye un indicador del contenido de magnesio y ácido fólico, clave para disminuir el riesgo de malformaciones durante la gestación, sostiene Escribano. Y añade que también son ricos en fitoesteroles, unas sustancias que obstaculizan la absorción de colesterol en el intestino así como en vitaminas C y K.
Entre las frutas de color verde están la aceituna, el aguacate o el kiwi; y entre las verduras, la lechuga, las alcachofas o el brócoli.
Rojo
Escribano destaca la presencia de sustancias que favorecen la salud cardiovascular y merman el riesgo de cáncer en los vegetales de este color como el tomate y el pimiento rojo.
En el caso de las frutas encontramos la sandía, las fresas o la granada. El licopeno es el denominador común de las frutas y verduras coloradas. El experto señala que se trata de un potente antioxidante y anticancerígeno, sobre todo en problemas prostáticos. También contienen antocianinas, otro antioxidante que disminuye los niveles de colesterol y participa en la oxidación de las grasas.
Morados o violetas
Lombarda, berenjena o remolacha son algunas de las verduras de este color, que también tienen frutas como ciruelas, arándanos, moras o higos. Estos tonos indican la presencia de antioxidantes y fitoquímicos, de entre los que destaca la antocianina y los fenólicos. El especialista indica que contribuyen a prevenir el cáncer así como las enfermedades del corazón. Pero eso no es todo, también son beneficiosos para la memoria, tracto urinario y la demora del envejecimiento.
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