La palabra dieta se repite con frecuencia, más cuando se trata de adelgazar, pero en realidad este término solo hace referencia a la cantidad de alimentos que puedes consumir para cubrir tus necesidades alimenticias. Hoy en día se maneja el concepto “dieta de acuerdo a la edad”, pero esto no es para que adelgaces; sino más bien para que consumas lo indicado en tres etapas clave de tu vida, los 20, 30 y 40 años.
Todo se resume en una sola. Desde los 20 hasta los 40 años, las personas pueden considerarse como un adulto joven y no existe mucha diferencia en cuanto a necesidades nutricionales, salvo en casos de embarazo, lactancia, deporte intenso o algún tipo de patología, aclara la nutricionista y dietista, María Regina Arrien. Sin embargo, en los 20 años la dieta suele acomodarse a las exigencias de los ritmos de trabajo, estudio y ocio. Por este motivo, se le da poca importancia a lo que debería ser una dieta saludable y por el contrario se busca la sencillez, rapidez y comodidad en la preparación de alimentos que conlleva, generalmente, al consumo de comida chatarra.
La comida en exceso influye. En la etapa de los 30 años no hay que hacer cambios significativos, asegura Arrien. En realidad el problema suele presentarse cuando se come en exceso comida de mala calidad y no se realiza actividad física. “Tal vez en la etapa de los 20 años no resalta mucho en el aspecto físico, pero con el paso de los años, la diferencia es notoria entre personas que llevan una vida saludable y las que no.
La alimentación no varía. La nutricionista y dietista, Eunice Sánchez, comenta que es vital una alimentación de acuerdo a las etapas en las que nos encontramos porque sino no podríamos nutrirnos con la misma eficiencia. Un bebé, un niño, adolescente y adulto deben recibir una alimentación de acuerdo a la etapa en la que se encuentran. Ahora bien, en la adultez (20 y 40 años), no habría mucha diferencia respecto a cómo alimentarse.
Diferencias. En realidad, la alimentación tal vez podría influir en las diferencias del organismo que existen entre el hombre y la mujer, indica Sánchez, es decir que ambos géneros tienen distintas maneras de alimentación. El delicado cuerpo de la mujer en contraposición con el robusto cuerpo del hombre, el ciclo menstrual, el embarazo y otras diferencias entre ambos son una garantía a la suposición de que las necesidad alimentarias son diferentes. Es recomendable que la mujer evite alimentos que podrían perjudicar este proceso, como aquellos alimentos de difícil absorción, frituras, carbohidratos y azúcares, afirma Sánchez.
¿Cuál es tu motivación?
Me gustaría preguntar a las mujeres ¿cuál es su motivación con respecto a su aspecto físico y de salud? Hay mujeres a las que solo les motiva el aspecto físico, por eso simplemente hacen una dieta. A diferencia de las que les motiva una vida más saludable, esas pueden realizar un cambio de vida. Depende cuán fuerte es su motivación. La clave de todo es esa palabra motivación porque eso lleva a buscar conocimiento y con ello realizar cambios internos que se verán reflejados externamente en una buena apariencia física y una vida saludable.
María Regina Arrien
Nutricionista
Claves en tu alimentación
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Hacer una dieta equilibrada en la juventud es una inversión a futuro y una seguridad para el presente, asegura la nutricionista María Regina Arrien. La etapa de los 20 años es una edad en la que se goza de un buen metabolismo y se ejerce autonomía sobre el cuerpo, es decir que se puede decidir qué comer, qué tipo de actividad física efectuar y cómo se quieren pasar los ratos de ocio. Una dieta debe tener todos los alimentos de los grupos básicos y dentro de cada uno de ellos, alimentos de distintos tipos ya sean frutas o verduras.
Para tres etapas
Por el resto de la vida la dieta debe incluir alimentos como verduras en forma de ensaladas, sopas o batidos verdes. Frutas: sobre todo de la estación. Leguminosas: frejoles, garbanzos y lentejas. Cereales integrales: avena, pan integral y quinua. Semillas: chías, sésamo o linaza. Frutos secos: almendras, nuez o cayú. Aceites vegetales de primera presión en frío: oliva, sésamo o chía. Leches vegetales: avena, almendra o sésamo. Algas y pescados. Carnes magras en poca cantidad. Miel de abeja o de caña.
Alimentos 'Venenosos'
Para nadie es novedad, pero tenemos que resaltar que hay alimentos que no están prohibidos pero se tienen que evitar, como por ejemplo los alimentos azucarados, alimentos que contengan "grasas trans" como los pasteles, horneados, galletas, papas y pollo frito. Todos los aceites calentados, harinas refinadas, productos lácteos, embutidos como las salchichas, mortadelas, jamón y chorizos. Carnes rojas (más de tres veces por semana), productos que tengan aditivos como colorantes, saborizantes, edulcorantes, estabilizantes y alimentos guardados en recipientes de plástico.
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