Esta fecha permite visibilizar problemáticas que aún son temas de preocupación para la sociedad: desnutrición, sobrepeso y obesidad. En Bolivia, uno de cada tres menores de cinco años sufre desnutrición crónica, y seis de cada diez niños padecen anemia.
Concientizar sobre los problemas relacionados a la nutrición a nivel global y fortalecer la lucha contra la desnutrición y la pobreza, es la finalidad del Día Mundial de la Alimentación, que se conmemora cada 16 de octubre. Estudios recientes muestran que el hambre está aumentando en el mundo, incluso en países donde ya había sido erradicada. Sin embargo, no es el único aspecto que requiere atención, también es importante visibilizar que la malnutrición está llevando a un aumento de casos de obesidad, diabetes, colesterol alto, entre otros problemas de salud.
La última edición de “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, estudio publicado por la Organización Mundial de la Salud, OMS, a nivel global hay casi 690 millones de personas que pasan hambre y se registra un aumento importante de este grupo de la población en los últimos años. En 2019 se registró que la población que vive esta compleja realidad aumentó en 10 millones respecto al 2018, dando como resultado que, en los últimos cinco años, el incremento de individuos con hambre es de casi 60 millones. Según el reporte, hay dos factores centrales que impiden una alimentación saludable y nutritiva a miles de millones de personas: los altos costos y el acceso a alimentos.
“A nivel mundial, al menos uno de cada tres niños menores de cinco años, en el mundo, no crece de manera adecuada porque sufre una o más de las tres formas más visibles de malnutrición: retraso en el crecimiento, emaciación y sobrepeso, además de problemas relacionados con el hambre oculta (carencia de vitaminas y minerales esenciales)”, comenta Fernando Álvarez, Asesor Científico de Droguería Inti.
En Bolivia, uno de cada tres menores de cinco años sufre desnutrición crónica y seis de cada diez niños, entre seis meses y cinco años, padecen anemia. Esta problemática tiene diversas raíces, entre ellas la pobreza, carencia de hábitos alimenticios, cuidado infantil inapropiado, entre otros factores.
¿Cuál es el impacto de la nutrición en los primeros años de vida? Según explica Álvarez, una buena nutrición permite que los niños crezcan, se desarrollen, aprendan, jueguen, participen y contribuyan a la sociedad, mientras que la desnutrición y malnutrición les roba un futuro prometedor. El impacto de una adecuada nutrición desde el principio de la vida se constituye en la base fundamental para alcanzar el potencial de crecimiento físico, intelectual y cognitivo durante la infancia.
Por otro lado, el experto destaca que, desde que la alimentación inicia, hay componentes nutricionales que contribuyen a desarrollar un sistema inmune fuerte y saludable. Álvarez ejemplifica con en el caso del COVID-19 y explica que, si bien este virus parece afectar a los niños con menor frecuencia y menor gravedad, eso no significa que sean inmunes. Por ello es importante tener cuidados especiales, al igual que con los adultos, ello implica brindarles una dieta variada en nutrientes para reforzar las defensas.
En el periodo de lactancia, uno de los componentes presentes en la leche materna son los prebióticos, que poseen muchas funciones biológicas, una de ellas es la protección contra bacterias y virus patógenos, una acción inmunomoduladora que es importante por su influencia en el crecimiento de bacterias útiles como las bifidobacterias, que normalmente viven en los intestinos.
Para la etapa en la que el bebé empieza a ingerir alimentos complementarios, según explica Álvarez, es muy importante continuar aportando nutrientes para su crecimiento y desarrollo; por ejemplo, leches que contengan:
• Prebióticos:
componentes alimentarios que nutren a un grupo selecto de microorganismos, favoreciendo la multiplicación de bacterias beneficiosas y a su vez, la absorción de minerales como el calcio, hierro, magnesio y zinc.
• DHA/ARA:
principal ácido graso poliinsaturado de los Omega 3 del cerebro, la retina y el corazón. Mejora las funciones cognitiva, visual y cardiovascular.
• Vitamina A, ácido fólico, B6, B12: ejercen efectos inmunomoduladores que previenen infecciones.
• Zinc, cobre, hierro y selenio: necesarios para un funcionamiento adecuado del sistema inmunitario y una correcta protección frente a las infecciones.
• Mezcla de prebióticos (scGOS/lcFOS) para impulsar el desarrollo inmunológico del niño frente a la leche entera que no tiene dichos componentes.
• Vitamina C, vitamina D y hierro.
“Estos componentes se encuentran en diversas leches, sin embargo, entre ellas Nutrilon etapa 4, que brinda a los niños energía y proteína, de acuerdo a los requerimientos para la edad”, añade Álvarez. “Investigaciones en los últimos años han sugerido que un factor para el sobre peso y obesidad podría ser la ingesta de proteínas superiores a los requerimientos en los primeros años de vida”, finaliza.
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