viernes, 30 de diciembre de 2016
Cómo consumir 200 calorías menos al día, sin sudar ni comer menos
Ni aguacate, ni quinoa, ni algas, ni granadas. El secreto para evitar ingerir unas 206 calorías al día sin ningún tipo de ejercicio extra —más allá de los habituales como caminar, respirar y coger objetos no muy pesados de los armarios de la cocina—, y a coste prácticamente cero, no se encuentra en ninguno de los mal llamados súper alimentos, tan de moda. Es tan sencillo como aumentar ese ritual tan cotidiano de abrir el grifo, poner bajo él un recipiente cualquiera y beber agua. Más concretamente tres vasos. 69 calorías menos por cada uno de ellos.
El estudio
Eso es lo que se desprende de un reciente estudio de la Universidad de Illinois (EEUU), en el que, tras entrevistar a 18.000 personas, encontraron que quienes más agua bebían, ingerían menos calorías. Según las valoraciones medias, cada uno de los entrevistados bebía un promedio de 4,2 vasos de agua. No existe una regla fija sobre la cantidad de agua que debe tomar una persona, pero, según observaron los investigadores, cada vaso adicional correspondía a una ingesta calórica total más baja. Hicieron el cálculo: una de estas tomas podría ayudar a ingerir 69 calorías menos; dos equivaldrían a 137, y bebiendo tres vasos más se podrían evitar 206 calorías. No se trata tampoco de transformarnos en los peces del villancico y convertir el agua en obsesión; también hay que tener en cuenta los peligros de la sobre hidratación.
"Al beber agua se reduce la ingesta de calorías, porque el agua no tiene. Otras bebidas (refrescos o zumos) tienen más, la mayoría son azúcares que no aportan nada, son calorías vacías”, explica Carmen Escalada, nutricionista clínica.
La sensación de saciedad
“Cuando bebemos agua, nuestro estómago se llena y eso da una sensación de saciedad”, explica Carmen Escalada, nutricionista clínica del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO), que además señala uno de los que muchos consideran un mantra de la nutrición moderna pronunciado por Walter Willet, prestigioso investigador y director del departamento de nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard: “Tan importante es lo que se come como lo que se deja de comer”. Es decir, el ingerir agua no sólo es importante per se, también lo es porque dejamos de consumir otras bebidas. “Si bebemos agua frente a cualquier otro líquido, reducimos calorías porque el agua no tiene y muchas otras bebidas como refrescos o zumos sí, la gran mayoría de ellas provienen del azúcar con lo que no aportan nada más, son calorías vacías”, asegura Escalada.
Más de una razón
Aunque también se apunta otra posible razón para explicar por qué beber este transparente líquido nos puede ayudar a adelgazar. Rebecca Muckelbauer, profesora de nutrición de la Escuela de Salud Pública de Berlín (Alemania), es también la responsable de un estudio realizado en la clínica universitaria Charité de la capital alemana que mostró que la ingesta de agua ayuda a reducir peso en una dieta de adelgazamiento. Quienes aumentaron en un litro su consumo adelgazaron entre uno y dos kilos más que el grupo de control que mantuvieron constantes sus tomas. Muckelbauer señaló que, a falta de un estudio más detallado con ensayos más grandes de este asunto, esto podía deberse a la “termogénesis inducida por el agua”, es decir, que “el simple hecho de beber agua podría aumentar el gasto energético de nuestro cuerpo”.
Está claro que beber agua no licúa ni elimina las calorías que ya hemos consumido pero, según estos estudios, abrir el grifo y animarnos a tomar algunos vasos más al día es una buena costumbre para ayudar a nuestra dieta. Fácil, barato y eficaz.
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