miércoles, 22 de marzo de 2017

El peso de la comida barata

El resultado final es un producto diseñado específicamente para disparar nuestros receptores de placer alimenticio, estimulándolos a base de grasa y azúcar, o de textura crujiente y sabor salado. Este producto comestible debe cumplir otras condiciones: debe ser muy barato de fabricar y casi imperecedero. (...)

Los productos comestibles avanzan pausadamente para ocupar hasta el último nicho de la alimentación. Ya se han adueñado de la mesa del desayuno, poseen gran parte de la cena y están presionando fuerte en la comida del mediodía.

Algunos ejemplos: la lista de ingredientes canónicos del pan (harina de trigo, levadura y sal) se completa en el producto comestible derivado (pan de molde) con aceite (en el mejor de los casos, girasol) y azúcar. Para redondear, emulgentes y conservantes. (...)

Los nuggets de pollo y queso llevan un 31 por ciento de pollo y un 5 por ciento de queso. El resto es una mixtura de harina de trigo y de maíz, almidón de trigo, almidón modificado de patata, proteína de soja, sólidos lácteos, etc, hasta un 64 por ciento del producto.

Los productos comestibles son baratos y gustosos, lo malo es que todos saben más o menos a lo mismo, es decir a la mezcla de almidón, grasa vegetal, sal, azúcar y saborizantes.

Sobre una base de comida real (por ejemplo, carne de pollo o atún) que no suele superar el 40 por ciento del contenido, se rellena el resto con productos industriales baratos como proteína de soja y jarabe de glucosa de maíz, y se obtiene un producto que dará grandes alegrías a los accionistas de las grandes empresas de alimentación.

Los productos comestibles no tienen nada que ver con las conservas. Las conservas suelen ser superalimentos, concentrados de ricas sustancias necesarias para la

vida (no hay más que ver una lata de sardinas

en aceite de oliva).

Los productos comestibles no resultan tan baratos como parecen (...) En realidad resultan caros, en términos de gasto sanitario, hasta el punto que muchos gobiernos, incluido el español, están planeando gravar con impuestos los productos comesti-bles implantando tasas al contenido de azúcar

o de grasas.

Además de los problemas de salud que estos productos comestibles producen, están sustituyendo a la comida de verdad. Es un gato por liebre de proporciones gigantescas, que está aniquilando la cocina tradicional y, en general, la comida de calidad en todo el mundo.

La solución, aunque más trabajosa, es sencilla: cocinar con ingredientes de origen natural (en la medida de lo posible).



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