martes, 3 de noviembre de 2015

MEDICINA CIENTÍFICA ¿Comer mata?

El pasado lunes, después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicara las conclusiones de su último metanálisis —un estudio sobre otros 800 estudios elaborado por 22 expertos—, les tocó el turno a la carne roja y a la carne procesada; alimentos cuyo consumo excesivo ha sido asociado con una mayor incidencia de varios tipos de cáncer, como el de colon o el rectal.

Sobre la asociación entre el consumo excesivo de carne y una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares o cáncer de colon ya se había hablado. Igual que se sabía que el exceso de azúcar engordaba o perjudicaba la vista y que el abuso del aceite subía el colesterol. Pero eso no significa que haya que expulsar esos alimentos de nuestros desayunos comidas o cenas.

“Como en otras ocasiones, se ha generado una alarma alimentaria porque se ha equiparado un alimento con un tóxico”, prosigue la nutricionista. “No es la primera vez, por eso hay que cuidar cómo se tratan estos temas para no generar una falsa sensación de peligro”, dice la nutricionista española María Ballesteros.

“Hay noticias científicas que no deberían llegar a los medios hasta que no existiera una evidencia muy clara. Por otro lado, es necesaria una estrategia de comunicación que explique bien las conclusiones de un informe sin caer en el drama”, recomienda Xavier Medina, director de la Cátedra UNESCO de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la Universitat Oberta de Catalunya.

Otros demonios
La demonización de alimentos ha sido una constante desde que se publican estudios científicos relacionados con la alimentación. “El jamón pasó de ser vilipendiado a convertirse en una maravilla. Al revés que le pasó al salmón ahumado, que de saludable se convirtió en un enemigo por su contenido graso o los hidrocarburos que contenía tras pasar por el fuego”, recuerda la nutricionista Laura Pire.

Cuando se investiga sobre un alimento siempre se puede encontrar algo perjudicial: “Podríamos llegar a la conclusión de que no tenemos que comer nada. No moriríamos de cáncer sino de hambre”, acota Ballesteros.

Además del producto en sí mismo, los profesionales recomiendan fijarse en los aditivos que llevan. “Un aditivo peligroso puede y debe evitarse. Un componente de la dieta, no”, apunta Pire. La clave está en nutrirse, disfrutar de la comida, y no atiborrarse y comer cualquier cosa.

Sobre la asociación entre el consumo excesivo de carne y una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares o cáncer de colon ya se había hablado. Igual que se sabía que el exceso de azúcar engordaba o perjudicaba la vista y que el abuso del aceite subía el colesterol. Pero eso no significa que haya que expulsar esos alimentos de nuestros desayunos comidas o cenas. “No hay que apuntarse a ningún alimento igual que no hay que borrar ninguno de nuestra lista”, recomienda Pire. (Fragmento)

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