miércoles, 4 de noviembre de 2015

¿Limpiando la mala imagen de la carne roja?

Jugosa y a punto saliendo de la parrilla. Parece que ésa será una de las visiones de un pasado feliz por la ignorancia. Mientras nada sabíamos de los problemas que le han encontrado a la carne, las parrilladas de fin de semana, los festejos con carne ahumada y cocida bajo tierra, parecían lo más cercano a la alimentación saludable si no se sufría de gota.
Con el anuncio reciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que declara a la carne roja como posiblemente cancerígena y a la procesada como cancerígena, los hábitos de consumo cambiarán paulatinamente y las industrias cárnicas sufrirán.
En la Argentina, los productores de carne mantuvieron declaraciones cautelosas. Y es que aunque allí viven 50 millones de reses y 43 de personas, pareciera no ser una buena decisión arremeter contra la OMS, un actor mundial de alta credibilidad.
Nadie ha negado que el impacto será fuerte y voces tímidas han empezado a pedir aclaraciones a las declaraciones. Pero sería poco estratégico emitir declaraciones contrarias, por un lado, para no herir sensibilidades de actores con los que se deberá entablar conversaciones en un cercano futuro y, por el otro, porque un actor interesado no es creíble.
Es seguro que todas las asociaciones de productores cárnicos más importantes del mundo (las de ambos lados del río de La Plata, Paraguay, Australia, España, por dar unos ejemplos) ya han establecido estrategias de cabildeo hacia la OMS para generar aclaraciones o especificidades.
Mientras, en el ámbito público y si siguen las reglas del manejo de crisis al pie de la letra, deberán dar declaraciones genéricas, sin posturas claras y ojalá amparadas en asociaciones gremiales para evitar individualizar a una empresa y ponerla como único vocero frente a la más grande organización de la salud.
Todos los grandes productores argentinos pidieron remitirse a las declaraciones de su gremio y negaron declaraciones unitarias. Estrategia correcta. Ya que las declaraciones de algún interesado lo más probable es que incrementarían las dudas sobre la inocuidad del producto.
Cuando el productor sale a defender lo suyo, la credibilidad rueda y la suspicacia aumenta. Sólo un paréntesis en esto para graficar el punto. Hace poco y por pocos días, un comercial sobre la inocuidad de la leche Sancor comenzó a difundirse en los medios nacionales.
Muy poca gente se había enterado sobre una denuncia hecha fuera de las fronteras bolivianas a un subproducto de esa leche. La aclaración en medios masivos provocó, en cambio, más preguntas e impulsó la búsqueda de aquella crisis desconocida inicialmente.
La respuesta a la crisis es ante la opinión pública y no en canales comerciales. La credibilidad es la moneda con que se juega en la crisis y debe ser resguardada.
Siguiendo con el tema de la carne. Ningún gran productor salió a los medios a dar declaraciones, pero sí la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos españoles que animó a seguir el consumo sin preocupación y tachó de alarmistas las declaraciones de la OMS.
Pero existe una diferenciación, los pequeños productores hacen carne orgánica y lo objetado por ellos es que el pronunciamiento no hace distinciones. Y las hay. El ganado alimentado con productos naturales y que aún pasta, es distinto, dicen, del producido industrialmente. Otros grupos de productores españoles han comenzado a diferenciar el jamón ibérico de los otros para llevar la discusión a las maneras y los ingredientes con que se producen las carnes procesadas.
Quizá a causa del revuelo de las declaraciones o por acciones gremiales, la OMS acaba de "aclararse”: niega haber desaconsejado la ingesta de carne, dice haber recomendado un consumo moderado. Según el periódico argentino El Clarín, la OMS habría recibido "una serie de consultas, expresiones de preocupación y solicitudes de aclaración” que la empujaron hacia esta nueva explicación que es, sin duda, un sustancial cambio al pronunciamiento inicial. Y así … ¿qué siga la parrillada?

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